“De padres a Hijos”

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Eran las 5 de la tarde de un viernes cualquiera, cuando veo una avalancha de personas que salía de una pequeña Parroquia que se encuentra en pleno casco histórico de la Villa. Es un templo de planta rectangular, tipo sevillano, con un solo portón de entrada, curioso, por la cantidad de personas aglomeradas, me dispongo a entrar, al hacerlo, observo varios retablos preciosos y muy bien conservados, entre los que más me llamaron la atención se encuentran el de la Inmaculada Concepción y el de la Virgen del Carmen.
Me percato de que anexo a esta iglesia se encuentra la pequeña capilla de la cofradía de nuestro Padre Jesús Nazareno y nuestra Señora del Socorro, donde, según se dice, estuvieron por algunos años los titulares de la Hermandad de la Buena Muerte de Ayamonte.
El interés especial de esta capilla, además de darle la custodia de las imágenes, se halla en su anexo, donde fundaron la llamada Casa Cuna, cuyo nombre oficial fue de Fundación Hospital de niños Expósito, de Ayamonte, bajo la evocación de Nuestra Señora de la Candelaria. Hogar donde las familias sin recursos llevaban a sus recién nacidos, para ser cuidados por las monjas del Hospital o Casa Cuna, curioso es que a estos niños le ponían el apellido Expósito, para no implicar a las familias que por sus diferentes razones entregaban a sus pequeños.
En la puerta me encuentro a una joven familia que aun permanecía allí, Lara con su niño Javier cargado y su esposo Luis, al abordarlos se debaten por tomar la palabra, Luis me cuenta, con sano orgullo, de que el paso del Salvador es el más esperado por todo el pueblo, que sale a las 2 de la madrugada del viernes santo, por supuesto en semana santa, Lara interrumpe para decirme que tiene una salida diferente, pues no pueden hacerlo hasta que las procesiones que salen en la tarde pasen por su puerta, es decir, la última siempre sería el paso de la Virgen de la Amargura. Luis retoma la palabra, y sale a la calle para mostrarme el recorrido que históricamente hace, va desde la Iglesia del Socorro a la del Salvador, de ahí sube a lo alto de la Barranca, donde siempre se agrupan miles de personas para venerarlo, continúa su paso hasta la Iglesia de la Virgen de las Angustias, pasa por el popular Paseo de La Laguna y de ahí a su Santa Casa. Literalmente recorre casi todo el pueblo y casi todas las iglesias, de las cosas más peculiares es que este Paso es el único que no lleva banda de música, solo se sienten las varas al sonar contra los adoquines, en medio de un respetuoso silencio de todo el público.
Me contó, con profundo sentimiento y gran orgullo, que las túnicas que llevan sus cargadores se heredan de padres a hijos, y también el puesto, y que es extremadamente valorado por toda la familia de estos hombres, que el sacrificio y el cansancio lo regalan con orgullo por lo que hacen.
El domingo de la víspera, que es como el anuncio de la Semana Santa, y antes del Domingo de Ramos, el Paso del Padre Jesús sale por la mañana hasta la Iglesia del Salvador, y permanece allí hasta las 7 de la tarde, donde luego se regresa a la Capilla del Socorro.
Lara quita por asalto la palabra a su emocionado esposo, y me cuenta de la “Salve”; lo hacen los cargadores, se reúnen en la tarde del Jueves Santo, en la Iglesia del Salvador, una señora va cantando versos y ellos van detrás repitiéndolos, recorriendo las iglesias de San Francisco, las Mercedes, las Angustias, todos vestidos con sus atuendos para cargar. Los del Padre Jesús, con sus túnicas moradas y sus coronas de espinas, los de la Virgen, con sus túnicas negras y cordones morados y blancos.
Todo este ritual es muy especial – me dice -, sobre todo para los cargadores, se puede terminar extenuados, pero felices, y deseando que llegue el próximo año para ofrecer de nuevo su sacrificio al Señor; te comento que esas horas son mágicas, el único lugar donde todos nos queremos y ayudamos de verdad, ahí no importa que el de al lado sea de otro partido o del Real Madrid o del Barça, ahí todos somos uno, qué lástima que luego de terminar no pueda continuar siendo así, valdría la pena.
Lara se hace con la palabra y me dice que en el artículo no se debe dejar de mencionar a la Rifa, donde se reúnen todas las familias, se hace una comida colectiva y se rifan cabritos, chivos, gallinas, los ramos de flores que se utilizaron en la decoración y las varas usadas en la procesión. Me cuenta que esto goza de una gran popularidad, y las pujas llegan a grandes precios, que ese dinero va a la Cofradía, para financiar la próxima Semana Santa. Por último, me cuenta que la Parroquia abre todos los viernes, de 9 de la mañana a 9 de la noche, que siempre está llena, y que no solo es de interés local, ya que vienen personas de toda España y el mundo. La familia Belenguer se despide feliz de haberme podido contar toda esta historia, orgullosos ser parte de ella, los veo alejarse, con su hijo cargado y dormido, por la vieja calle adoquinada, quizás soñando con el día en que pueda heredar la túnica y el puesto de su padre.

Erasmo Lazcano Lopez
*Máster en Ciencias

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